Tuesday, March 27, 2007
Thursday, March 22, 2007
Es realmente incomprensible y hasta si se quiere, penoso, la crítica que se ejecuta contra el Complejo Uruguay Celeste ubicado en la Ruta 101, que sirve de (campo de?) concentración a las selecciones uruguayas. Entre otras lindezas (la noticia trata, además, de televisores fácilmente afanables & hielo traído, parece, directamente desde el Polo Sur, si tenemos en cuenta los precios cobrados por el proveedor -40.000 pesos por mes) se desliza la novedad que alguien llamó a un teléfono 0900, que brinda servicios eróticos a los usuarios, desde uno de los aparatos del lugar, a la una y media de la mañana. Yo no soy muy ducho en esos menesteres, sobre todo desde que me cortaron el celular y me salieron ampollas en las manos, pero me imagino que si alguien quiere hacerse una cuzca a coste de la AUF, tiene todo el derecho del mundo, siendo que por algo lo han nominado para defender la Celeste, sea sobre el césped o entre las sábanas. Además estos señores que critican: que saben de la dureza de la concentración? Tienen una cercana idea de lo que es ver la caripela de Joe Bizera eructando la compota en el comedor día a día? Quieren, estos eunucos, al gritar escandalizados el horario inmoral de las llamadas, que los necesitados que acuden a la ayuda de Sor Manuela, lo hagan en vez de las madrugadas cobijaditos en sus lechos en el medio de un partido de práctica? Desean que el Pato Sosa diga, por ejemplo, a viva voz, con cientos de espectadores: 'Aguantame un segundo mamita que se me viene el Chori como bólido, cuelgo, le arranco los molares de un patadón en el hipotálamo, y vuelvo. Vos seguí tocándote despacito y me contás después, sí? Pero no te acabés, eh? Esperame que toy con una leche...'
Quieren eso, eh?
Canción del día: Us V Them de LCD Soundsystem, CD Sound Of Silver, 2007
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Tuesday, March 20, 2007
Thursday, March 15, 2007
Una noticia (bzz-bzz-bzzzzzzzz) aterradora se ha apoderado de la opinión pública en las últimas semanas, sobre todo en los USA. Parece que aprovechando que Jorgito W. Arbusto andaba por las Provincias del Sur tratando de convencer a los izquierdistas de los beneficios de la derecha bien organizada, las abejitas se borraron del mapa, es decir, de los panales, para, como en el gotán, nunca más volver. En la costa Este de los Estados Unidos han desaparecido cerca del 60% de los animalitos de culo aurinegro, en la costa Oeste el 70%. La mitad de los Estados se han visto afectados, así como el Canadá. En el viejardo continente (en España y en Polonia) la misma situación: las abeijonas se tomaron el olivo. Lo extraño del asunto es que en las proximidades de los panales no se encuentran cadáveres. Los bicharracos se esfumaron como por arte del Contador Damiani & Paco Casal, en labor conjunta.
Y uno, bastante asno desinformado sin la mínima lógica necesaria al respecto, se dice: 'La miel, producto secundario, me chupa un mangangá el que me falte pa la tostada del desayuno, no sé que tanto título de cine catástrofe que hacen con la noticia'. Claro que al continuar leyendo uno descubre que, como en los contratos, lo importante está en la letra chica. Las desaparecidas, del género Apis Mellifera, son responsables de la polinización de un tercio de nuestra alimentación.
El Biyibiyi, miembro co-fundador de este miserable pasquín, era uno, sobre todo en sus años mozos, que no se cansaba de admirar las propiedades de la miel y, más que nada, del propóleo, material similar a la cera que emplean (empleaban?) las NN para bañar el panal antes de empezar a obrar. 'El propóleo' decía agitando un rabanito (era también vegetariano el 50% de su tiempo. Del 50% restante era 49% carnívoro, y 1% del Partido Verde lo cual, según el resto de la Ilustre Comisión Directiva del Kudo, explicaba su contradictorio proceder. También tenía una moto) 'es el responsable de que siempre la tenga dura!' y tras un sonoro mordiscón al vegetal agregaba: 'La tersura facial'. Una vez, tras sobreproducción de miel -tenía abejas esclavizadas en su granja en las inmediaciones de Lapataia a las que hacía trabajar en condiciones vergonzosas (los panales carecían de agua caliente y no contaban, por ejemplo, con salida de emergencia) y a las que les tenía prohibido zumbar cuando él dormía la siesta- decidió, en asombrosa lucidez etílica, vender los excedentes en los quilombos. Su muletilla vendedora era que siempre la tenía dura, etc, obteniendo en la acción grandes beneficios materiales y espirituales, como por ejemplo tres completos por el precio de una simple mamada. Quedó tan debilitado por su éxito que durmió 45 días seguidos. Al despertar comprobó que le habían robado la moto. Se puso en marcha camino a casa a pie dándose cuenta que también le habían afanado los zapatos. Y los pantalones. Al llegar prendió fuego las colmenas y se dedicó a plantar boniato brasilero. De todas maneras su obra en los prostíbulos tuvo un lado positivo: se llegó a comentar que en el Hiroshima las chicas de vida feliz se untaban con propóleo las zonas erógenas cuando llegaba algún cliente viejo y mamado (el 99% del total acudidor) con problemas de erección. En homenaje a nuestro héroe las putarras le pusieron Biyu al perro del queco.
Volviendo al presente: Einstein, además de andar con el pelo alborotado y de E:mc2, una vez dijo que sin abejas al Hombre le quedan 4 años de vida sobre la Tierra. Porque sin abejas no hay polinización, sin polinización no hay plantas, sin plantas no hay animales, sin animales no hay más seres humanos.
Ni Biyibiyis. Ni putas felices.
Tema del día: A Nervous Tic Motion Of The Head To The Left del grupo Andrew Bird's Bowl Of Fire, CD Andrew Bird & The Mysterious Production Of Eggs, 2005.
Monday, March 12, 2007
Thursday, March 08, 2007
Ahora piedra negra, nos están diezmando.
Veo al Gordo Sancho entrando a la clase con sus canoas desgastadas zapateando el suelo como si fuera un dinosaurio en retardo, la camisa por fuera del lompa, el cuaderno grasiento deshojado en sus zarpas, sudado el terrible bestia, llegando siempre tarde a todos lados menos a nuestros corazones, y el profe, el pobre Momento, que era más joven que nosotros, sentíase desplazado en su autoridá y lo mandaba a volver a entrar como se debía: es decir, pa qué, peor, peor, peor: el gordo hacía temblar el suelo de madera del 4to b del Liceo Departamental de Maldonado en replay exageradísima activando los sismógrafos, inventando la tsunami terrestre ante que fuera marítima. El Sancho amaba hacer ruido, sudar, ignorar los horarios, pero sobre todo y sobre todas las cosas el Gordo amaba al Darno, y no podía haber pareja más desigual: por un lado el gigante burdo con el alma deshilachada, por el otro el poeta venéreo, francés, capitalino edípicamente tacuaremboense, de la voz finita, con tanto invierno encima, y primavera, primaveras, primaveras. El Gordo sacaba pecho y matoneaba si decíamos algo en contra del juglar. Nunca decíamos nada no porque le tuviéramos miedo al Neardenthal sino porque no había nada que decir: así transcurríamos el turro tiempo, en secreta admiración, hacia uno y hacia el otro.
Una vez cambié Zurcidor a mi mejor amigo por un par de discos en inglés para que no perecerian éstos bajo las órdenes del PC, pero en realidad no un fué un cambio sino un intercambio porque al mejor amigo no se le cambia nada si mejor amigo es un eufemismo de hermano. Hoy mi hermano me dijo de la muerte del Darno y me acordé del Gordo Sancho llegando tarde haciendo temblar el Liceo de nuestra juventud.
La ironía es que quería escribir sobre otro muerto ilustre de esta semana, Baudrillard, el casi inventor de la palabra posmodernismo (movimiento tras el cual se autodefinía Darnauchans) cuando me sorprendió el e-mail, y volví a tener 16 años, menos canas y más esperanzas.
Ahora piedra negra, nos están diezmando.
Tema de la noche: Buenas Noches del Darno del disco Zurcidor, 1981.
Saturday, March 03, 2007
John Roderick agarró un día luego de recontracalentarse la papada esperando que sucediera algo, se fué a Amsterdam y se puso en marcha a pata pelada dirección Estambul, demorando en la cruzada liberadora de su aburrimiento algo así como cinco meses y medio, ante el asombro de absolutamente nadie, ya que John Roderick solía estar bastante loco, era decidido y provenía de Alaska en donde todo el mundo está loco y/o decidido, aunque pocos se ponen a caminar desde los Países Bajos a Turquía, por más aburridos que estén. No hay detalles (o no los encontré) de la épica caminata en Internet, pero observando al ser que tenía delante mío subido al escenario del Palace de San Gallen, supuse que lo había logrado: el barbado que empuñaba la guitarra y bromeaba con el público tenía toda la pinta de alguien con callos, olor a sobaco y zapatos rotos . Tras las epopeya del Popeye, Roderick se volvió a los USA (en avión) y en NY fundó el grupejo The Long Winters, bandada de pajarracos bastante desprolijos e hirsutos ellos, contorneándose aquella noche frente a nuestras personas, también hirsutas y desprolijas, en el reducto seudo intelectual de la norteña ciudad suiza. La cerveza corría a pesar de ser miércoles, alejados todos un par de días del fin de semana, ergo los términos "resaca matutina" eran prohibitivos de toda prohibitud, pero extrañamente el ambiente era festivo, relajado, sabatino: Roderick bromeaba, se permitía chascos, ya descansado de la peregrinación. Aseveraba, negaba, volvía a afirmar. Alguien alejado de todos nosotros, mezclados en la plebe no trashumante, segura, desconfiada, aburguesada. "Venir a ver a los Long Winters es más barato que ir al dentista" se burlaba el vagabundo "y duele lo mismo". Una escuela del dolor que, irónicamente, te presentaba el remedio: uno mismo es responsable de sus actos y uno mismo es responsable de hacer lo que uno tiene que hacer. Nadie vive tu vida por tí.
El último tren regreso a Wil salía a las 00:07 de la madrugada, el hermano mayor de Bond, James Bond, por así decirlo, nos esperaba en los raíles engrasados y había que tomarlo porque hasta las 05:30 no había otro, y así caminamos en la noche a la estación presurosos, contando los pasos que nos faltaban para vivir nuestras vidas por nosotros mismos, nuestra escuela del dolor.
Tema de la noche reveladora: Teaspoon de The Long Winters, CD Putting The Days To Bed, 2006