Monday, March 12, 2007


26.- FILOSOFÍA DEL CALZADO PRIMERMUNDISTA CON OLOR A PATA AFRICANA



No tengo nada contra el calzado, es más, diría que desde que dejé el INVE (en el cual, aprovechando la bonanza de los veranos esteños y la benevolencia de los inviernos fernandinos, trasladaba mi púber e inocente ser a impulsos de los dedos gordos de los pies descalzos) me he dedicado a hacer acopio (inútil) de calzado del más variado porte, color, forma y marca, haciendo visible alguna tara asociada con mi pasado, charrúa con cierto dejo indigente. Pero cuando la cosa, es decir, el tema en cuestión, el calzado, toma ribetes idiotas, incongruentes y alcanza el nivel de estupidez al cual llega, tarde o temprano, toda actividad humana, sobre todo acá en Europa, el paraíso de los curros ambientalistas y de los relacionados a la salud natural, es hora de contarlo, de meterlo en el anecdotario del diario vivir y compartirlo, aunque más no sea con uno mismo.
Intentando limpiar el interior de un vehículo, ejerciendo mi tercermundista profesión diaria en Switzerland, me encontré con una bolsa de tienda de aspecto espectacular, de las que a uno le dan cuando compra algo (generalmente innecesario) caro, muy caro, carísimo. La bolsa tenía estampados a relieve unas fotografías de zapatos a los cuales parecía que dentro de ellos un palestino kamikaze había hecho explotar una bomba adosada a su cuerpo, inmolándose por las 700 doncellas que te esperan en el paraíso de piernas abiertas si haces tal acto de repentina sociabilidad corporal, según reza en el Corán o, por lo menos, en las callejuelas de Jerusalém. Eran de forma oval, la suela haciendo un arco, y vistos a la distancia lograban confundir los cinco sentidos en manera perfecta. Uno no sabía muy bien lo que estaba contemplando, es decir, uno sabía que eran zapatos por los cordones y el resto, pero el aspecto de los implementos dejaban una sensación de tortura y no de placer, algo de una amorfología con semejanzas enriquepintianas, tras un baño de sol en la playa nudista del Potrero, en Febrero.
MBT se leía, Masai Barfuss Technologie -traducido: Tecnología Descalza Masai. Karl Müller, un ingeniero suizo que se encontraba vacacionando en Corea, cayó en la cuenta que las personas que trabajaban en los arrozales que andaban descalzas, por motivos obvios, no conocían el dolor de espalda. Queriendo profundizar en tal sensacional descubrimiento volvió a Suiza y se puso a estudiar a los pueblos de las sabanas africanas que, aunque no tenían arroz ni ningún otro tipo de alimento para chapotear en él, tampoco conocían el dolor de espalda, porque, sí, estaban descalzos. Müller, enceguecido por su genialidad, y tras varios minutos de romperse las cejas, creó en 1996 MBT, queriendo ayudar a las personas de todo el mundo a dejar de padecer de los dolores de espalda. O sea, Müller, flor de vivo, no dijo a los cuatro vientos que había que irse a juntar arroz a Corea o a hacer 100 metros llanos en 9,9 segundos perseguido por un león en Namibia sin zapatos. No. Müller hizo un calzado con forma de huevo que según él ayuda a eliminar las malas posturas y a corregir la posición del cuerpo eliminando los dolores ocasionados por Nike, Gucci y Chele sin necesidad de andar agachado con el agua por la cintura ni de levantar polvo con los tobillos bajo los baobabs. De paso se enriqueció y hoy la firma tiene filiales en más de veinte países y vende 1 millón de zapatos anuales. Todo está explicado muy detalladamente en su página web.
En ella, lamentablemente, no se aclara si los coreanos siguen juntando arroz descalzos como hobby o si los negros masai realmente van a pata pelada porque se preocupan de su salud lumbar o porque no tienen plata para comprarse un par de los super ergonómicos MBT (los precios no están señalizados en Internet).
Ergo: Müller Bastante Tongazo.
Tema del día: Filosofía Barata Y Zapatos De Goma del Charly, CD Idem, 1990.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home