Ahora piedra negra, nos están diezmando.
Veo al Gordo Sancho entrando a la clase con sus canoas desgastadas zapateando el suelo como si fuera un dinosaurio en retardo, la camisa por fuera del lompa, el cuaderno grasiento deshojado en sus zarpas, sudado el terrible bestia, llegando siempre tarde a todos lados menos a nuestros corazones, y el profe, el pobre Momento, que era más joven que nosotros, sentíase desplazado en su autoridá y lo mandaba a volver a entrar como se debía: es decir, pa qué, peor, peor, peor: el gordo hacía temblar el suelo de madera del 4to b del Liceo Departamental de Maldonado en replay exageradísima activando los sismógrafos, inventando la tsunami terrestre ante que fuera marítima. El Sancho amaba hacer ruido, sudar, ignorar los horarios, pero sobre todo y sobre todas las cosas el Gordo amaba al Darno, y no podía haber pareja más desigual: por un lado el gigante burdo con el alma deshilachada, por el otro el poeta venéreo, francés, capitalino edípicamente tacuaremboense, de la voz finita, con tanto invierno encima, y primavera, primaveras, primaveras. El Gordo sacaba pecho y matoneaba si decíamos algo en contra del juglar. Nunca decíamos nada no porque le tuviéramos miedo al Neardenthal sino porque no había nada que decir: así transcurríamos el turro tiempo, en secreta admiración, hacia uno y hacia el otro.
Una vez cambié Zurcidor a mi mejor amigo por un par de discos en inglés para que no perecerian éstos bajo las órdenes del PC, pero en realidad no un fué un cambio sino un intercambio porque al mejor amigo no se le cambia nada si mejor amigo es un eufemismo de hermano. Hoy mi hermano me dijo de la muerte del Darno y me acordé del Gordo Sancho llegando tarde haciendo temblar el Liceo de nuestra juventud.
La ironía es que quería escribir sobre otro muerto ilustre de esta semana, Baudrillard, el casi inventor de la palabra posmodernismo (movimiento tras el cual se autodefinía Darnauchans) cuando me sorprendió el e-mail, y volví a tener 16 años, menos canas y más esperanzas.
Ahora piedra negra, nos están diezmando.
Tema de la noche: Buenas Noches del Darno del disco Zurcidor, 1981.
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