
30.- SANGRANDO EL CHORIZO QUE DEL ÁRBOL CAYÓ
Una epopeya diaria. Un chorizo va caminando por la lleca con las manos en los bolsillos. De pronto se le acerca otro chorizo, éste en auto. El chorizo móvil le pregunta al chorizo peatón para donde va. El chorizo de a pie desconfía. No será que el chorizo con motor es un fabricante de embutidos disfrazado? O, pior, un carnívoro con la parrilla vacía? El chorizo en la acera balbucea algo, una dirección equívoca. El del automotor lo invita a subir. Dice que lo arrima, que no hay drama. Pero sí hay drama. Al chorizo que hasta ese momento choriceaba feliz mirando los alféizares sin apuro, con las manos en el lompa, le tiemblan los piolines. 'Dónde ta la trampa?' se pregunta angustiado 'tamos en Switzerchorizoland, acá nadie te regala nada, todos te quieren pasar pa la cueva, es decir, pal asador!'. El chorizo conductor, poniendo primera, en mal suizochorizoalemán aclárase pronto y solícito: 'Yo también supe ser un chorizo a pata y nadie me llevaba a ninguna parte. Por eso me prometí que cuando comprara auto iba a levantar a todos los chorizos necesitados y acercarlos a donde quisieran ir. Uno nunca se tiene que olvidar de su pasado y hay que ayudar ya que aquí nadie lo hace'. El chorizo transeúnte, avergonzadísimo de sus fobias, le inquiere al chorizo al volante su nacionalidad. 'Soy chorizo del Kurdistán' responde.
Otra epopeya diaria. El chorizo peatón se encuentra lavando coches, su pasión. En eso un chorizo cliente trae elementos para deglutir, bizcochos, masitas, algo del verbo pan. Los otros chorizos del lugar se apresuran a concurrir al sitio en el cual se deposita el morfi y comienzan a masticar con unas ansias que dejarían avergonzado al Abominable Hombre del Palacio Contador Gastón Guelfi. Vuelan migas y gruñidos. Patadas voladoras y golpes bajos en pos del corazán gratuito. La angurria es una palabra de varias erres: angurrrrrrrrria. El chorizo peatón ve como los demás chorizos dejan la mesa vacía e impoluta, desinfectada. Sobre ella Madonna podría hacer un video porno fornicando con una manada de mandriles en celo sin temor a contagiarse de ladillas o piojos del sorgo, tan desmigada está la cuatropatas. Los chorizos sastisfechos se alejan regurgitando equinamente sin sentimiento de culpa, solidaridad o compañerismo. Como en el zoo es normal que el que llega primero se queda con todo. Porque son chorizos helvéticos.
Tema del día: Fingt ds Glück eim? de Züri West, CD Aloha, 2004
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