Saturday, December 16, 2006


19.- LOS FUNDADORES (II).- EVALUANDO CUALITATIVAMENTE AL DR. ALFREDO LOCURSI


Apasionado defensor de los derechos de los abedules, Locursi siempre, desde pequeño, fue a contramano. Si los amigos decían: "Pino marítimo!" él, con la tranquilidad y magnificencia de los conocedores decía: "Abedul serrano". En realidad el objeto vegetal referido era una acacia, una vulgar acacia, y todos, Locursi y los contendientes, se sumían en una profusa depresión arbórea en la que, mascando cortezas, discutían sobre copas, troncos y raíces, preguntándose el porqué del bosque, esa nada verde difusa, increíble, ramificada, incongruente, perchero sin sentido de pájaros, monos y Tarzán, el hombre idem.
De su amor por la espesura pasó al encanto de la cerbatana. Se especializó en la caza del tapir tigrado -con el implemento- en las márgenes del río Orinoco, lugar al que retornaba a menudo a pesar de las ganas de mear que le despertaba el nombre del curso fluvial. Los indígenas pertenecientes a la etnia de los tinti-tinti -que habitan ambas márgenes- le pusieron el sobrenombre de Fulibuliculi (Cabeza de Choclo). Es desconocido, hasta el día de hoy, el motivo de tal apodo. Fulibuliculi, o, mejor dicho, el emérito Dr. Alfredo Locursi, tuvo un curioso accidente utilizando el hueco útil de caza: en vez de soplar, excitado por la presencia de un tapir peludo de respetable porte, aspiró, tragándose ipso facto el dardo impregnado con el veneno utilizado por los tinti-tinti, el temible curare. Como consecuencia de tal acto estuvo internado en el hospital de Paramaribo durante 787 días con parálisis facial. Se entretuvo, mientras miraba el techo en ese lapso de tiempo, contando las vueltas de las aspas del ventilador. Lo primero que dijo al egresar fué: "35673444599097612094579333339990099874635262980[7789]7777/453287621111111199856{76539000000}76590003244685253856387465738" agregando, tras una pausa numérica "Es extraño y paradójico a la vez que un elemento denominado curare enferme tanto...". Sus vivencias están relatadas en el escalofriante libro (agotado) El Ventilador De Techo. Las Vueltas Del.
Al inicio de los años sesenta, medianamente repuesto de su forzada estadía en la sección de parapléjicos de dicho nosocomio, se refugió, en un acto sin precedentes, en la sala de bowling del Disneylandia de Orlando, Florida, buscando el aseo de los hombres, acuciado por una diarrea tropical tras ingerir cuasi espasmódicamente 38 bananas. Descripto como "efectos secundarios de la hemiplegia facial" por su médico de cabecera (tenía solamente médicos de cabecera porque le olían siempre terriblemente los pies) Locursi, al salir del baño, encontró un puesto de asistente del Pato Donald en el parque de diversiones. Nunca se pudo aclarar fehacientemente en que consistía su ocupación. Se especula que Locursi supo despertar los celos de Hugo, Paco y Luis, que dicho sea de paso, no eran sobrinos del famoso pato ya que hubieron personas que juramentaron oír que en ocasiones especiales lo llamaban "papito" en vez de "patito". Ajeno a esas triviales especulaciones Fulibuliculi tuvo su primer atisbo profesional al apretarse el Pato Donald una pata (aclaremos: Donald se aprisionó una extremidad inferior, no es que se haya violado una congénere) en el tiovivo giratorio. Le otorgó al plumífero los primeros auxilios y los últimos socorros, y le salió tan bien que determinó hacerse médico patólogo. El Pato Donald tras la cura se fugó al Caribe con Minnie, la novia de Mickey, el enano ratón sexópata al que le gustaba Tribilín, que era algo así como el hijo bobo de Walt Disney, que está congelado y el otro día cumplió 100 años y de regalo le llevaron una manta térmica. Pero eso es otra historia. Creo.
Locursi decidió, tras meterse el Dr. adelante del nombre, irse al Brasil a llamar en vida, visionariamente, el Primer Censo De Orgasmos No Fingidos Por Prostitutas De Ceará, lo que hizo que sus amigos los tinti-tinti agregaran, en admiración, al Fulibuliculi un boludi, que quiere decir algo así como pelado. Tonce Fulibuliculiboludi (Cabeza de Choclo Pelado) se metía debajo de las camas de las yiras y las grababa mientras ejecutaban su oficio. Y medio oficio. Y completo. A varios garotos les molestó sobremanera que Fulibuliculiboludi estuviera debajo del lecho con un grabador mientras ellos se esforzaban en mantener la virilidad viril y se negaron de participar, incomprensiblemente, en beneficio de la ciencia. Le rompieron el orto en reiteradas ocasiones lo cual hizo que su permanencia en hospitales internado boca abajo igualara en cantidad de días aquella infausta serie del dardo con curare en Panamaribo boca arriba, lo cual prueba la tendencia a la armonía del bendito Planeta que llamamos Tierra. (Gracias Sánchez Padilla por la inspiración). Escribió un libro (agotado) llamado Me Duele Mucho Cuando Me Tiro Gases. Y Cuando Cago.
Fundó en la década del sesenta junto a otros profanadores de tumbas de gallinas el Kudomayo en las butacas de atrás de un cine ultraporno portoalegrense mientras le metía las pilas Rayovac bagayeras que había comprado en Bagé a su baqueteado grabador, dermano (léase Los Fundadores (I)) de dolorosas batallas anales.
De vuelta al terruño, desgastado de tantas peripecias boca arriba y boca abajo, Locursi trájose consigo 2 litros de cachaça, una gonorrea y a Mirta, una prostituta bahiense que había llegado a la meta de 1.000.000 orgasmos fingidos y había decidido retirarse y organizar una nueva vida con un impotente, o símil. Mirta era acérrima enemiga del cigarro. "Te la chupo, no te la fumo" era su máxima Gorki. Nuestro Alfredo logró dejar de fumar gracias a la dureza antihumo de su Mirta, y en homenaje sus hijos (mellizos, varón y mujer) se llamaron Nico y Tina.
Los años corrieron como un juez huyendo de una horda de fanáticos. Locursi murió en la pobreza en 1988 víctima de su abrumador éxito. Con la ayuda de Mirta inauguró un quilombo al lado del de Naná en la zona roja de Maldonado ofreciendo cursos de sexo escrito tras el sexo oral.
Todos repetían.
Se recontrafundió.


Tema del día: Rock Bottom Riser de Smog, CD A River Ain't Too Much To Love, 2005


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