Friday, December 15, 2006


18.- PINO: DE APELLIDO PINO.


Elcho Fromm, hermano primero de Eric, héroe ignorado de la Resistencia Antinazi salvó su vida pero no a gatas: más bien a perras: debió vagar disfrazado de San Bernardo por nevados bosques de montañas durante cuarenta días y cuarenta noches perseguido implacablamente por los alemanes: sobrevivió: cruzó la frontera.
Dos secuelas traumáticas se le fijaron: una conocida, su adicción improsulta al cognac, y la otra, más extraña, permaneció oculta hasta la noche buena en que Elcho levantó la pata y meó el árbol de navidad en presencia de su suegra Nin Novoa. Ella, católica irlandesa, lo denunció al IRA y Elcho debió ocultarse por segunda vez en Valaquia. Nadie salió a despedirlo cuando se fue del agujero del mate, solamente un Rosamel Araya, un perro, cosas que pasan dijo José El Arralde.
Años después en un sótano del Museo Nacional de Artes Visuales de Chatovideo, Nelson Pino, persiguiendo una rata que le había robado el Santo Grial de Pittamiglio encontró dos extrañas obras: un retrato al pastel de un señor barbado orinando un muérdago sagrado y una fotografía encuadrada de un perro San Bernando con la Cruz del Valor de Lorena colgada al cuello junto a una medalla con la iniciales E.F. De inmediato llamó a Marciano Durán.
Marciano tipeó EL CÓDIGO ELCHO y salió corriendo. La absurda autoreivindicación del bet seller floridense como corredor intramontano y terror de espinacruces surge de aquella persecusión. Pino permaneció tranquilo cantando clavo mi rómulo en tu agua hundo mi remo en el río que lo parió que hace frío rema rema rema y cantando cantando se ganó la copa del Club Nacional de Regatas. En eso pasó Marciano: Elcho Elcho Elcho...
Y Pino: por este lado del muro lo que no es tripa es tocino, tanta parrillada y yo... rema rema rema carajo.
La opacidad aldunate menguaba lobizonamente a la sombra de la piedra alta cuando llegó Marciano con los dientes llenos de molles desgajados, los lienzos írritos, nulos y disueltos, las patas espinadas y el corazón santanero: ¡qué cuadro hermano! dijo el Peta Ubiña cuando lo vio, ¡Johnstone te ama!. Marciano, el corredor salvaje, sacó la laptop de la mochila y conectó sus molles con alerces con la oreja vasca de Pino: hermano, no me dijiste que Bernardo se estaba colgando a la Lorena por una medallita a la sombra de un muérdago en la Cruz Alta...chajá chajá chajá. Son los teléfonos del Museo, contestó Pino, tomando té de ombú con bombilla de alpaca y siguió cantando madre, cuando estoy a tu lado ya no soy desgraciado ni le temo al dolorrr... Marciano recordó bagualmente el capítulo del O Sea, Emputecernos como Rafael que bajo lluvias de invierno había leído en la gruta de Salamanca escapando de Gino Furiatti que le quería hacer Reiki de cualquier forma. Menos mal que no tomamos nada malditos abstemios ladró El Fantasma de Bernardo Elcho Fromm nunca hubieran podido con los alemanes. Quiero llenarme de tiiiiiiií... calandreó Marciano contagiado y rajó monte adentro. Por eso no avanza el acervo museístico de este país de mierda pensó Pino y tiró las fotos pal rincón donde Manga vuela y atrapa. Esmoris, sólo como sapo solista, manueleaba un dúo con Cabrera que casi muere en el Arapey al caerse de la Asamblea ante tal acompañamiento y un ¡Bravo! del Pelado, jet!
Nadie encendía las lámparas, nadie se rinde carajo, nadie que me diga si vives aún, nadie salió a despedirlo como ya dijimos, jet! nadie comanechi, nadie es más que nadie.
Canción del día: Rafael, Yo soy aquel Album homónimo, 1966

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