Friday, May 18, 2007






37.- LOS FUNDADORES (III).- BOSTA ARROJADA A CONSIDERABLE DISTANCIA: PRESENCIA DEL INGENIERO AGRÓNOMO JUAN MIGUEL MEJÍAS ORTA EN LA BANDA ORIENTAL




La llamada de la tierra. 'La llamada de la tierra, mamá' decía el precoz Juan Miguel -que por aquel entonces aún no se intitulaba el Ing.Agr. delante del nombre- a su progenitora cuando ésta le exigía que se lavara las orejas, cosa a la que el pequeño mugriento se negaba rotundamente alegando, sobre todo, lo expresado al inicio de esta frase algo aburridora. Extremadamente aburridora, para ser sinceros, bah. Lo que no quita ni pone lo estremecedora de la verdad: Mejías Orta era un bichicome de clase XXXXXXL. Discutir con él era en vano: Juanmiguelito se enfrascaba en enredadas explicaciones de su amor a la mugre & al deshecho, de las innumerables ventajas de ser sucio. 'Ahora te quejas y exiges pulcritud porque soy solamente un terrasoldado!' bramaba el mocoso desde la soledad de su escondrijo detrás de (oh irónicos dioses del jabón) la lavadora 'Espera a que suba al grado de terrateniente y vendrás a suplicarme alguna cuadra de campo, alguna mísera chacrita!'. No hay que agregar que la madre lo sacaba a patadas en el culo de su impulcra guarida y le pasaba por el tímpano medio esponja de acero con acetona frenéticamente, desoyendo las desgarradoras súplicas de piedad y clemencia del -ahora impoluto- vencido.

Mejías Orta creció, adquirió altura y anchura, dejó de despotricar, se hizo un hombre silencioso, siguió roñoso. Hombre de pocas palabras, para adquirir más cultura, se compró un diccionario (de segunda mano; además de pringoso era amarrete. El diccionario de marras carecía de las páginas que iban de Celeridad a Cenicienta) al que pronto desechó por tener muchas. Palabras. Más adelante puso una verdulería con el nombre de La Huerta De Orta. Los envidiosos de siempre empezaron a pregonar en contra debido a la mala calidad de sus productos (Orta, para ahorrar, compraba en los basurales de los andurriales sus legumbres. Huelga decir que los "agricultores" abonaban sus plantaciones directamente del pozo negro. Él ofrecía Tomates con Tifus a precio rebajado). Comenzaron a referirse al negocio como La Huerta Del Orto, lo que enfurecía a JM: 'No hay derecho!' reclamaba saliendo de su mutismo 'Yo tengo respeto por mi clientela! Jamás me metería un boniato en el culo!'. Negociante nato, anyway, cuando se le pudrían los zapallitos metía, raudo, un cartel: ANEXO. HAY CARNADA. GUSANOS BLANCOS PARA LA PESCA CON ESTILO. El hecho & circunstancia que el curso fluvial más cercano se encontrara a casi 200 km de distancia y el mar a 500 leguas no lo amedrentaba. Fundó la asociación AMIGOS DEL MARAÑO y ejecutaba, munido de un tractor con remolque, excursiones de pesca al Paso de la Cadena. De esa gesta económica/visionaria nació la conocida expresión popular 'No sacamos un sorete' que todavía hoy en día es dicha con fruicción en cada salida a mojar las tanzas.
Asesorado por el gurú Biyibiyi compra 300 hectáreas de bañado para acallar las malas lenguas que susurraban su poco amor por el aseo. Construye una estancia sobre palafitos y enseña a las vacas a caminar sobre zancos. A los bovinos renitentes a calzarse los implementos los obliga a cruzarse con hipopotámos creando, de paso, una nueva especie, la vacapótama, de nula utilidad porque en cada ordeñe el huraño bicho se tragaba un peón y la repentina escasez de mano de obra -y el inexplicable cagazo de los sobrevivientes- lo llevó a renegar del proyecto. Fué tapa de revista, lo mesmo. Con lo ganado de la venta de las notas (en las que se podían apreciar algunas fotografías de muy poco gusto en las que se mostraban las vacapótamas durmiendo la siesta entre los camalotes con restos del Pancracio flotando alrededor cual pequeños islotes) se fué en el año 1963 a Porto Alegre para cotizar la carne de cebú y manducarse quince toneladas de baurú. Aturullado por la digestión se encierra en un cine porno y funda, entre sonoros eructos, el Kudomayo junto a otros villanos orientales en autoexilio en Río Grande do Sul. Retorna a la Banda Oriental debilitado por el mal de estómago y las pajas.
Hacia el final de sus días Juan Miguel Mejías Orta se torna petulante, pedante, soberbio, envanecido, altanero, fatuo, presuntuoso, engreído, vanidoso y renombra su estancia palafitera -ya sin las vacapótamas- La Felicidad. Se solía parar en portera -distante cinco km de la entrada- cigarro en mano, el codo apoyado en la madera, para que la gente le preguntara si ese era el camino a La Felicidad...
Tema del día: Isn't Life Strange? del grupo The Clientele, CD God Save The Clientele, 2007