Thursday, November 01, 2007


64.- DESEMPÍONIZANDO ÁCIDAMENTE A LA COMUNIDAD CATÓLICA

Hasta los más acérrimos ateos han sentido hablar del Padre Pío, veneradísimo tano declarado santo por Juan Pablo II en 2002, tras haber llevado en sus manos y pies los estigmas de la cruz durante 50 años, desde 1918 hasta su muerte el 23 de Setiembre de 1968. Nacido el 25 de Mayo de 1887 en Pietrelcina, provincia de Benevento, ya con 15 años se integró al noviciado de los monjes capuchinos de Morcone, siendo nombrado cura en 1910. En 1915 empezó a notar que le sangraban las manos y los pies, negándose a asistencia médica y declarando tres años más tarde al mundo cristiano que las hemorragias naturales no eran producto de una extrema circulación sanguínea o a un exceso de linfa sino debido a que reproducía las heridas de Cristo en su cuerpo.Una especie de fotocopiadora carnal O+, por así decirlo. El convento en el que el Padre Pío daba sus prédicas y mostraba sus heridas, San Giovanni Rotondo, se convirtió en lugar -hasta hoy en día, casi 40 años de su muerte- de peregrinación obligada para las huestes deseosas de milagros con apoyo sobrenatural. No todos los curas son santos, y no todos los santos sangran con las heridas de Cristo.

Todo muy bonito y sacrosanto hasta que la semana pasada salió a luz en el diario Corriere della Sera un adelanto del libro Padre Pio, Milagros y Política en la Italia del Siglo 20 del historiador Sergio Luzzatto en el que citaba las declaraciones hechas en el año 1920 por el farmaceútico Valentini Vista de la ciudad de Foggia, proveedor del Padre Pío de mundanos medicamentos para combatir gripes, diarreas & resacas que los hermanos contraían tras los -supuestamente-fríos muros del convento. Entre la lista de pedidos siempre se encontraban el ácido fénico y el producto Veratrin; el primero es un abrasivo con el cual uno puede infrigirse heridas permanentes, el segundo un veneno que mata los nervios, ergo, elimina el dolor. El beato boticarioVista, alarmado ante el evidente fraude y con mala conciencia, conminó al obispo del lugar de hacer saber tales pedidos al Papa de la época, Benedicto XV. La carta del obispo -junto con el pedido del padre Pío manuscrito (no se aclara en la nota si habían manchas de sangre en ella)- fué encontrada por Luzzatto en los registros del Vaticano -tras haber sido cuidadosamente archivada por las autoridades eclesiásticas- y puesta como evidencia en tan mentado libro para escarnio y menosprecio de la numerosa muchachada católica dispuesta al consumo de la medallita, el escapulario o el crucificio made in engaño terrenal.

Amén.

Tema del día: They Write Books About This Sort Of Thing del grupo Say Hi To Your Mom, CD Discosadness, 2002

http://www.caglecartoons.com/

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