Tuesday, October 02, 2007




59.- QUIERO SER UN TERNERO




De Kobe. En mi próxima reencarnación. Lo tengo decidido por unanimidad dictatorial de todas mis personalidades ocultas. Estos bichos que rumean en las praderas niponas no se dan cuenta de las excelencias que les brinda su -eso sí- corto paso por esta vida. Su número total -certificado de origen- ronda en solamente 4000 ejemplares. La particularidad de los Tajima-Ushi (Vaca Negra Japonesa) radica en su carne. Los bicharracos son alimentados con una mezcla proteínica especial de granos, zanahorias y papas. Son, además, masajeados por sus propietarios un par de horas diarias -lo que hace que cada productor tenga como máximo seis de estos bichos ya que de lo contrario su vida privada es catalogada como inexistente- y de beber han de lidiar con el sake (vino de arroz ponja) de la mejor calidad. Una vida alejada de la realidad de los mataderos orientales del Río de la Plata, of course. El producto derivado de tal despilfarro de bonhomía & desenfreno bacanal cuesta alrededor de 350 dólares. El quilo. Un ternero bien vendido desquita el sacrificio anual de masaje, chupe y zanagoria. La carne sometida a tal tratamiento presenta una capa mínima de grasa y adquiere una apariencia marmórea, lo que la hace muy apetecible, sobre todo para estómagos de bolsillos muy pudientes.
Mejor ser ternero y pasar a degüello tras una vida de masaje & chupe que inmolarse por las 300 minas, el tinto y la miel que -según es la interpretación del Corán que se le da en el submundo mártir de los musulmanes de Palestina- lo espera a uno si hace sociabilidad de miembros interiores con el entorno paisajístico israelí -ayudado por una pequeña bomba casera de un par de megatrones. La idea de las ninfas y el Cabernet Sauvignon envejecido en el Paraíso es atractiva pero eso de andar mostrando pedacitos de hígado y riñones al público en general, israelí o no, me es demasiado... íntimo.
Ahora que me detengo a pensarlo bien, existe una tercera posibilidad, que aunaría las dos anteriores. Digamos que en mi próxima vida son un ternero de Kobe. Me masajean dos horas diarias, degluto el mejor cereal y me emborrachan con Sake seleccionado. En determinado momento me convierto al islamismo, dejo plantado al productor rural con la cuchilla en la mano y me piro para Jerusalem en busca de las chicas & el vino tras breve explosión personal. El único problema sería estar bien informado si los terneros tienen derecho a pasaporte. Y si pueden subir a un avión. Y tendría que ser un ternero millonario, además, porque tendría que comprar toda una fila de asientos para mí solo. Y no tengo ni idea si hay vuelos directos Japón-Israel...
Tema del día: Jesus Freak de Dan Bern, CD Fifty Eggs, 1998

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

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12:08 AM  

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