45.- HABÍA UNA VEZ UN GRUPO DE MUCHACHOS BIEN INTENCIONADOS
Había una vez un grupo de muchachos bien intencionados que quería cambiar al mundo de como era y para eso desarrollaron un par de ideas que anotaron en cuadernos sin márgenes en tardes & noches de lluvia, cuando el aburrimiento era sideral y la vida mortal. Claro que el grupo de muchachos estaba, en las alturas de sus consideraciones humanistas, bebidos, o en plan de estarlo a la brevedad. El grupo de muchachos no estaba compuesto, empero, de alcohólicos o de anónimos. El grupo de muchachos solamente quería cambiar al mundo de como era sin renegar de sus principios, cerveza, lluvia vespertina y cuadernos sin márgenes. Algunas de las ideas eran excelentes, como por ejemplo aquella de fundar un Club de Anoréxicos que cediera la cena de Navidad predigerida & vomitada a algún asilo de ancianos los cuales, como es de conocimiento público, están condenados en su limitada geriátrica eternidad desdentada a purés y pancitos bañados en leche (al grupo de muchachos se le caía una lagrimita colectiva al imaginar a los dulces ancianos chupando las patas de pavos y los entremeses repentinamente líquidos, semi-sólidos, en estática felicidad, quizás la última felicidad en la última Navidad), o aquella otra que, en plan visionario, decidía utilizar los campos, plazas, calles y viviendas anegadas por las inundaciones para hacer enseñanza gratuita de la natación a aquellas personas que hubieran sobrevivido y que quisieran aprender los rudimentos del crowl o del perrito para la llegada de la próxima hecatombe fluvial. Esta última idea tenía algunos problemas técnicos de no fácil solución lo que sumía al grupo de muchachos en cabildeos de posición rumiante; las inundaciones solían suceder, según Torraca, mayoritariamente en invierno, y la práctica de la natación con bufanda & botas de goma dificulta notoriamente la calidad del braceo y el pataleo, lo que lleva a una distorsión de las reglas clásicas. El grupo de muchachos bien intencionados se caracterizaba por el perfeccionismo en el desarrollo de sus ideas. No era cuestión que el Gobierno Nacional saliera luego con cuestiones y quejas. Es sabido, además, la posición del Gobierno Nacional en cuanto a la privatización de las inundaciones y el provecho que se puede sacar de ellas y lo último que pretendía el grupo de muchachos bien intencionados era incursionar en política o entorpecer en modo alguno, directa u indirectamente, en el desarrollo de ésta.
Cuando no había más cerveza el grupo de muchachos bien intencionados tendía al disgregue general e irrestricto y las ideas quedaban colgadas del techo como lamparillas de 25 watts, alumbrando para unos pocos, solamente para los que se encontraban debajo, no para el mundo a salvar. Un buen día quebraron todas las fábricas de cerveza y el grupo de muchachos se disgregó para siempre, cada cual partió para su destino, su ruta, bagayero, y se acabaron las tardes de lluvia. El grupo de muchachos bien intencionados quiso cambiar al mundo de como era y terminaron cambiando ellos.
Hoy toman, por ejemplo, agua sin gas, crían rosas, por ejemplo, en Nepal y ríen, por ejemplo, con las bocas cerradas sonrisas de dientes cariados que nadie ve o cree ver. O quiere ver.
Tema de la tarde/noche lluviosa: For What It's Worth del grupo The Cardigans, CD Long Gone Before Daylight, 2003
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